Como miembros de la
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, nosotros consideramos
constantemente el principio de la fe como parte importante y fundamental de
nuestras creencias, poniendo como punto principal de la Fe, el creer en Jesucristo,
en su obra, su misión y su expiación.
La
Fe es el primer principio del evangelio, es este un principio de acción, no una
creencia pasiva; el tener Fe en algo nos motiva a lograr todo lo que nos
proponemos, porque sabemos que vale la pena o nos ayudara a ser mejores.
Al
tener Fe en Jesucristo nosotros confiamos en Él, le seguimos al guardar sus mandamientos,
hacemos todo lo que Él nos ha enseñado y nos sigue enseñando por medio de las
escrituras y sus Profetas; confiamos en que Él comprende todo por lo que
pasamos en esta vida, pruebas y aflicción, porque sabemos que Él las ha
padecido por medio de su expiación; confiamos en que si hacemos lo correcto,
podremos por medio de Él lograr la salvación.
Nosotros
expresamos nuestra Fe en Él por la manera en que vivimos, las decisiones que
tomamos y el trato que le damos a quienes nos rodean. A veces puede ser difícil
seguir el ejemplo que Él nos dio, pero si tenemos el deseo sincero de seguirle,
Él nos hace la promesa de que si confiamos en Él nos dará el poder de hacer
todas las cosas que le sean convenientes (Moroni 7:33)
Me
gusta mucho como el Profeta Alma habla de la Fe comparándola con una semilla,
el menciona: “…si es una semilla verdadera, o semilla buena, y no la echáis
fuera por vuestra incredulidad,…he aquí, empezara a hincharse en vuestro pecho,
y al sentir esa sensación de crecimiento, empezareis a decir dentro de
vosotros: Debe ser que esta es una semilla buena, por que empieza a ensanchar
mi alma; sí, empieza a iluminar mi entendimiento; sí, empieza a ser deliciosa
para mí.
He
aquí, ¿No aumentaría esto vuestra Fe?...” (Alma 32:28-29)
A
medida que nosotros leemos las escrituras esa semilla es plantada en nuestro
pecho, la nutrimos al seguir leyendo las palabras de los profetas y al
consultar al Amoroso Padre Eterno en el nombre de su Hijo, en quien confiamos;
entonces esta semilla germina y comienza a crecer paso a paso, igual que una
pequeña planta que requiere de amor, tiempo, paciencia y mucha luz, hasta
hincharse, echar raíz, crecer y fortalecerse. La Fe debe ser nutrida con nuestras
decisiones diarias; lo hacemos también al tomar la decisión de servir a
nuestros semejantes; al asistir con regularidad a la iglesia, al renovar los
convenios que hemos hecho con nuestro padre, al participar de la santa cena; al
vivir los mandamientos con la convicción de que es lo correcto y nos sentiremos
mejor; al ser dignos de tener una recomendación para el Templo e ir con
regularidad a este sagrado lugar; al seguir el consejo de nuestros líderes,
esto hará crecer poco a poco nuestra Fe y Testimonio y nos llenara de paz y
gozo duradero.
Confiar
en Cristo, es confiar también en el Plan que nuestro Padre Celestial creó para
nosotros, para que viniéramos a esta tierra no a ser perfectos, pero si a
aprender cómo podemos ser mejores; Él nos dio a su único hijo en la carne,
Jesucristo para darnos el mejor ejemplo a seguir para saber lo que debemos
hacer. Sabemos que a medida que reconozcamos la necesidad que tenemos de ser más
como Cristo, nuestra Fe aumentara haciendo lo que le hemos visto hacer, y de
esta manera ayudaremos a otras personas a que puedan conocer a Cristo, acercarse
a Él y tener Fe.
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